El terremoto que devastó a la capital azteca en 1985 fue el inicio de la labor de Médicos Sin Fronteras (MSF) en México. Desde 2012, esta organización humanitaria internacional que aporta su ayuda y experiencia en más de 70 países, expandió sus horizontes y brinda atención médica integral a personas refugiadas y en situación de vulnerabilidad, que atraviesan las rutas migratorias de América Latina y, además, ayuda a viajeros de todo el continente.
Ahora, en la víspera del Día Internacional del Migrante — 18 de diciembre, fecha decretada en el año 2000 por la Asamblea General de la ONU—, su labor está más activa que nunca y como muestra, la reciente exhibición Historias de Colores, en la que personas migrantes dibujaron y relataron sus experiencias. A través de sus redes sociales, MSF invitó al público a la exposición en la región fronteriza de Tecún Umán, Guatemala.
¿De qué trata Historias de Colores?
Para Médicos Sin Fronteras, el viaje por la región se asemeja a una odisea: “Las personas migrantes no son sólo seres sufrientes, también sueñan, resisten, crean y aman”. La iniciativa Historias de Colores, sin duda, arroja un poco de luz hacia las vicisitudes de los viajeros mediante el arte, y lo hace mediante una galería de obras hechas a mano, realizadas por personas que migran desde Centroamérica hacia Estados Unidos, pasando por México. La travesía está llena de peligros naturales: ríos crecidos, selvas amenazantes y claro, otros obstáculos de una naturaleza aún más siniestra y hasta incomprensible: la de otros seres humanos que suelen asaltar y violentar a los migrantes o abusar en las multas migratorias y en las extorsiones que tienen lugar en países como Honduras y Guatemala, pasando por el incierta y largo camino por un México que puede ser tan afable y amistoso como despiadado cuando se le conoce por el lado oscuro y peligroso a una región tan extensa y llena de matices.
Historias de Colores surge como parte de las actividades de la mencionada MSF (Médicos sin Fronteras), quien además de consultas médicas tradicionales, ha optado por ofrecer asistencia psicológica y de salud mental a los migrantes con el fin de proporcionar paz y soporte a estas personas que están dejando sus lugares de origen por diversas causas, y que en el trayecto deben sortear complicados desafíos que ponen su estabilidad emocional y su misma vida a prueba.
Los registros de Médicos sin Fronteras están plagados de reportes y relatos de dolor y pérdida, de momentos trágicos y de recuerdos que los migrantes a veces preferirían desterrar. Por ello, la organización tuvo la loable idea de que los involucrados en esas historias, podrían canalizar esas memorias y rescatar los episodios gratos de sus travesías. Todo, a través del arte, el dibujo y la narrativa. El planteamiento fue el siguiente: “¿Qué pasa si cambiamos el enfoque y les pedimos a los migrantes que tomen colores y papel para dibujar sus experiencias positivas durante el viaje? ¿Qué nos encontramos cuando les preguntamos por aprendizajes, ilusiones y buenos recuerdos?”.
El resultado, una colorida, catártica y esperanzadora galería de dibujos hechos a mano por migrantes atendidos en diversos puntos de MSF entre Honduras y Guatemala que, además de sensibilidad e imaginación, demuestran valor y esperanza frente a la adversidades. Entre las obras, destacan la de una adolescente venezolana llamada Antonella Villegas, quien en su dibujo retrata algunos lugares que quedaron grabados en su mente al atravesar la selva del Darién junto a su familia. La obra de esta chica de 17 años se titula: "Una travesía fuerte". Otra familia, Los Valencia, quienes viajaron desde Ecuador, igual participaron con una pequeña obra en conjunto y narran: "Vivimos en carne propia la travesía. Lo bueno de esto que aprendimos a conocer la gastronomía, el paisaje, el bosque, la selva; pido que los demás grupos que quieran salir de su país tomen conciencia que vienen dejando a toda su familia, porque es una experiencia muy dura. Si lo hacen piensen mil veces para hacer ese viaje. Dios los bendiga a todos los migrantes que están pasando esta travesía".
Por otro lado, Belkis Sarmiento —quien emprendió el mismo viaje que Antonella, también desde su natal Venezuela—, dibujó la difícil aventura al lado de sus dos hijas (historia que describe como “una película de la vida real y basada en hechos reales”) de la que salieron con vida después de perderse en la selva. Según cifras de Médicos sin Fronteras, más de 220,000 personas cruzaron el llamado tapón del Darién —ubicado entre Colombia y Panamá— en 2022, zona considerada una de las regiones selváticas más peligrosas del mundo.
Otro de los dibujos representativos, es de Carlota (quien pidió cambiar su nombre) una venezolana sexagenaria que también describe su paso por la misma región, plasmando en su dibujo y relato, la parte paradisiaca del tristemente célebre paso de migrantes, y adornando su obra con mariposas azules, ramas (que para ella representan un apoyo en la caminata) y mucha vegetación: “Lo que me gustó de la selva fue la naturaleza, el aire puro, entre tantas cosas que uno no mira de forma de peligro”, relató. De igual manera José Suárez, quien cruzó la misma selva junto con sus amigos y se describe como "un venezolano en busca de un mejor futuro", proyectó en su dibujo su fascinación por las montañas de Las Banderas, donde él y sus acompañantes pasaron hambre y vieron personas fallecidas: "Salí de mi país con un grupo en busca del sueño americano. Esta travesía me enseñó a ser más complaciente y amable”, revela, mientras que Julio, su compatriota de 22 años, nombró a su dibujo: "Juntos en familia", y en él muestra cómo salieron de su hogar y también algunas de las situaciones a las que tuvieron que sobreponerse mientras atravesaban Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México. Finalmente, la obra “Niñas y niños migrantes” presenta el testimonio gráfico espontáneo de varios infantes de Ecuador y Venezuela: Jordán Adrián, Tatiana, Viviana, Mayté, Merly y Kenickich.
Definitivamente un documento y una exposición muy importante, que en el Día Internacional del Migrante abona a la compresión del mundo en que vivimos y el respeto hacia las personas que tienen que dejar su lugar de origen en busca de un futuro mejor.