Solo un país europeo parece tener clara su posición con China en plena guerra arancelaria: España

España ha aprovechado el río revuelto por los aranceles para pescar concesiones de China que corrijan la asimetría comercial. El tiempo dimensionará su éxito

Espana Y China
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Tras el intercambio de cumplidos, besos y abrazos públicos entre Pedro Sánchez y Xi Jinping durante los últimos días en Pekín hay algo más que protocolo diplomático. Está en juego una maniobra calculada en un momento crítico. España, con un déficit comercial con China de casi 40.000 millones (más del 70% de su déficit total), ve en esta guerra comercial una ventana de oportunidad.

La estrategia es directa: mientras Europa debate internamente qué posición tomar ante la guerra comercial de Trump, España ha escogido la acción unilateral. Aprovecha que China necesita aliados europeos frente al aislamiento impuesto por Washington para conseguir concesiones comerciales que serían difíciles en circunstancias normales.

Los cuatro protocolos firmados para desbloquear exportaciones de porcino, cerezas, medicamentos y cosméticos son el resultado de este acercamiento. Y lo interesante es que ambas partes escenifican esta amistad encontrando exactamente lo que necesitan:

  • Jinping consigue la foto que demuestra que no se ha quedado diplomáticamente aislado.
  • Sánchez logra compromisos concretos que pueden empezar a corregir el desequilibrio comercial.

Cuando el presidente español dice que "España ve a China como un socio de la UE" (suavizando el "competidor y rival sistémico" del diccionario oficial europeo) está usando capital diplomático para intentar conseguir ventajas económicas.

Pensar que este movimiento es arriesgarse a una crisis con Estados Unidos es un pensamiento incompleto. España está en ese espacio intermedio y gris creado por Trump cuando paralizó los aranceles a todo el mundo salvo a China. Este paréntesis de tres meses es una oportunidad para sacar ventajas comerciales a China y tener mejores cartas cuando termine la tregua y vuelva la tensión.

De momento España ha conseguido acuerdos concretos y no solo declaraciones de intenciones, al contrario que Bruselas, de momento centrada en el funambulismo entre China y Estados Unidos.

El tiempo dirá si esto es suficiente o no para avanzar de verdad en el reequilibrio de la balanza comercial. O si no son más que pequeñas concesiones simbólicas por parte de China. De momento parece claro que España ha conseguido algo que Europa aún está debatiendo: convertir la tensión entre bloques en buenas oportunidades para sus exportadores. Dicho de otro modo: pescar en río revuelto.

España se ha podido colar por una rendija estrecha y quizás temporal, pero puede dar sus frutos cuando la situación comercial mundial se estabilice.

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