La muerte de Mario Vargas Llosa, a los 89 años, durante la madrugada de este lunes está acaparando gran parte de la información matinal de la televisión. Y es que el ganador del Premio Nobel de Literatura en el año 2010 deja tras de sí un enorme legado artístico, y también, una agitada vida sentimental que le llevó a convertirse, involuntariamente, en persona de interés para la prensa del corazón.
En El programa de Ana Rosa hoy han tratado el tema en su tramo final, con Jano Mecha, que conducía el espacio ante las vacaciones de Ana Rosa Quintana, charló sobre Vargas Llosa con Cristina Cifuentes, Alberto Sotillos, Máximo Huerta y Marisa Martín Blázquez.
“Con Vargas Llosa lo que se cierra es la etapa más brillante de la de la literatura latinoamericana. Con Cortázar, con García Márquez, muere ya esa generación de todos grandísimos escritores”, valoraba Máximo Huerta este lunes en el programa de Telecinco.
Marisa Martín Blázquez puso en valor “el reconocimiento de la academia sueca, le dedicó el Nobel. Entonces estaba todavía casado con Patricia (Llosa), y se lo dedicó a ella, en un discurso precioso, y se emocionó diciendo que él había llegado a ser lo que era como escritor gracias a Patricia y poco tiempo después empezó con Isabel Preysler”.
“Yo creo que era el más grande escritor vivo hasta hoy que había, no solamente por el Nobel de que no siempre corresponde a los a los méritos literarios de todos. Académico de la lengua en España, en Francia, que es algo bien muy bien único”, apostillaba Cristina Cifuentes. La que fuese presidenta de la Comunidad de Madrid afirmaba haberse quedado “en shock” al conocer la muerte de Vargas Llosa, porque “tuve la suerte de conocerle, de poderle tratar y le era era una persona maravillosa”.
También pudo conocerle Máximo Huerta, y por ello quiso compartir la “surrealista” anécdota de cómo fue su encuentro. Sucedió durante la época en la que el escritor e Isabel Preysler eran pareja, y coincidieron en un evento.
Máximo Huerta.
“Entramos al ascensor Tamara Falcó, Isabel Preysler, Vargas Llosa y yo. Y yo con toda mi admiración, una por el show business de Isabel y Tamara, y de pronto, al ver a Vargas Llosa en ese metro cuadrado. Se cierra el ascensor y se atascó el ascensor”, relataba, preguntando que qué clase de conversación de ascensor se puede tener en una situación así.
“Yo me sentía pequeñísimo en ese ascensor al lado de Vargas, y y de pronto cuando se abrió la puerta al rato, no sé si fue una vida o un segundo, había decenas de periodistas y fotógrafos, fue una de las escenas surrealistas”, finalizaba Máximo Huerta su relato, antes de que Jano Mecha diese paso a Luis Pliego.